martes, 11 de enero de 2011

Dakar: Periodismo todo terreno y del calor al frío


Periodismo todo terreno

Al principio del día cualquier campamento del Dakar no dice mucho. Es una zona de diez hectáreas con pocos sectores ocupados. Están la sala de prensa, el restaurante, los baños químicos, las duchas, algún que otro micro afectado a la organización y el sector VIP. Pero a partir de media mañana el paisaje va cambiando.

Con la llegada de los primeros equipos de asistencia va tomando forma definitiva. Los camiones de Volkswagen, X-Raid, KTM, Aprilia, Mecasystem, Loctite, Michelin/BFGoodrich son los primeros en llegar y ocupan grandes lugares para poder trabajar tranquilos.

Al final del día el vivac está lleno de camiones, motorhomes vehículos de competición y más de 2.500 personas. Por eso al momento de buscar algún testimonio se pueden demorar varias horas. Es que muchos de los equipos están pegados unos a otros y se hace difícil su localización. Ahí es cuando entra en acción el sentido de orientación partiendo como base de los equipos “top” que usan grande banderas ubicadas varios metros de altura para que sus propios pilotos sepan dónde están ubicados.

Las caminatas son constantes desde las 13.30, cuando suelen llegar las primeras motos, hasta las 17 o 18, cuando ya arribaron al campamento los argentinos mejores ubicados. Igual a veces la suerte juega un papel importante ya que en muchas ocasiones uno se topa con los propios pilotos en los lugares y momentos menos pensado.

Después de unos días de hacer el mismo trabajo, uno ya sabe las mañas de algunos “drivers”. Marc Coma y Cyril Despres son reacios a las notas individuales. Improvisan conferencias de prensa poco después de cruzar la puerta de los campamentos. Antes de hablar se toman uno o dos minutos. El español lo primero que hace no bien se saca el casco es ponerse la gorrita de Red Bull, ubicada estratégicamente en el bolsillo trasero de su chaqueta. El francés, en tanto, se acomoda la bandana que usa con el logo del toro rojo y antes de pronunciar palabra se mira en el espejo de su moto para ver si le quedó bien..

Sainz es otro que tiene sus cosas. Hay que “atorarlo” no bien baja del VW RT3. La televisión alemana y Volkswagen, que hace un resumen diario de lo que hace el equipo alemán, tienen prioridad. Después se para con cara de pocos amigos y empieza a responder preguntas en español. No más de cinco minutos y se va. Si uno llega un segundo después de que dio por concluido su relato, hay que preocuparse por pedirle el testimonio a algún colega ya que el Matador no suele ser un hombre de repetir dos veces las mismas cosas.

El resto del trabajo continúa en la sala de prensa, nuestro segundo hogar (el primero es la carpa). Trabajamos sobre mesas y bancos de madera que bien podrían servir para un multitudinario asado entre amigos. Eso sí, después de la primera semana la falta de un respaldo se hace sentir.

Durante todo el día hay un molesto resplandor que impide ver bien el monitor de la notebook. Por eso muchos colegas hacen un toldito con una remera o una toalla para poder trabajar con mayor comodidad. Recién cuando cae el sol uno puede ver con total nitidez la pantalla. Pero bueno, así es el Dakar…




Del calor al frío


Este Dakar no para de darme sorpresas. Mientras la caravana estuvo del lado argentino, el calor fue insoportable. Al punto que hacía difícil cumplir con el trabajo transpirado de pies a cabeza. En Jujuy, por ejemplo, hizo tanto calor que se me desprendió la suela de la zapatilla derecha. Por suerte estaba la gente de Loctite dispuesta a usar uno de sus productos para solucionar el inconveniente (además aproveche para que me peguen el auricular roto).

Todos tomamos litros de agua y, de tanto en tanto, algún Red Bull para levantar un poco el ánimo. Sobre todo al final de la tarde, cuando había que comenzar a escribir. Vale decir que las “alas” funcionaron a la perfección en las primeras jornadas de este Dakar que para nosotros fueron realmente agotadoras.

El cruce a Chile fue todo un lujo. Cambiamos los Hércules por un avión de línea (LAN). Lástima que el vuelo sólo duró 50 minutos. Aterrizó en el aeropuerto de Calama, que está pegado al aeropuerto al campamento. Por eso durante todo el día el “espíritu Dakar” se mezcló con el ruido de las turbinas de los aviones que despegaban y aterrizaban constantemente.

No bien bajé del bus que nos trajo hasta el vivac, me topé con uno de los camarógrafos argentinos. “No sabés el frío que hizo anoche… Además, hubo una tormenta de arena. No se podía dormir…”. Tras escuchar esa frase me di cuenta por qué todos decían que el Dakar empezaba en Chile…

Como para que todos estemos preparados, en la sala de prensa se pegó un cartel avisando que la temperatura había llegado a menos 2 grados. Son casi las nueve de la noche el frío ya se siente. Eso hace que tenga algunas preguntas dando vueltas en mi cabeza: ¿me alcanzará la ropa interior térmica y el abrigo que traje?, ¿se volará la carpa con el viento?, ¿me dará alguien refugio? Mañana, todas las respuestas

Por Diego Durruty desde Copiapó

2 comentarios:

  1. Daniel, muy bueno lo que escribis. Supongo que no debe ser fácil trabajar en las condiciones en que lo hacen ustedes. Un abrazo

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  2. Tenés razón Diego, disculpas. Todos saben que yo estoy en La Plata, haciendo el programa La Escudería. No fue mi intención hacer un plagio, sino difundir la actividad.

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